LA
EVALUACION EN EL APRENDIZAJE EN LAS
UNIVERSIDADES
RESUMEN
La
etiología de los problemas relacionados con el fracaso escolar de los
estudiantes universitarios es muy diversa y compleja y, en buena medida, su
solución desborda el ámbito de actuación y de responsabilidad directas del profesorado
o docente, pero también somos conscientes de que no se solucionarán bien sin
una revisión y mejora de muchas de nuestras estrategias didácticas y
evaluadoras.
Las normas de regulación del acceso, permanencia y las
evaluaciones pueden tener su influencia negativa y, por lo tanto, deben ser
revisadas de manera sistemática. Sin embargo, la influencia de este tipo de
normas, no debe ser magnificada, porque vemos que estos problemas se producen
de manera similar en universidades con diferencias en estas normas reguladoras
y, además, muchos de los problemas de fracaso más acusado se ubican en estudios
sin problema de elecciones obligadas.
PALABRA CLAVE
Problemas
relacionados con la evaluación de los estudiantes y en las estrategias de
potencial que se pueden introducir en
las universidades.
I.
INTRODUCCION
Si
hay un tema que está de moda, y al mismo tiempo resulta muy controvertido y
subjetivo, es justamente el que está relacionado con las formas de
evaluar. Sorprendentemente, hemos empezado a diseñar currículos
orientados a su desarrollo y a aplicar procedimientos valorativos sin haber
generado previamente el debate suficiente
para aclarar los
conceptos que las envuelven y
analizar los modelos más adecuados para gestionar los procesos de aprendizaje
asociados al desarrollo competencial en
las universidades.
En los actuales momentos, no parece necesario ser un
analista riguroso y experimentado para
ver los datos y resultados investigados anteriormente en que los docentes de nuestras universidades
deben tomar conciencia de que un
fenómeno grave está teniendo lugar al fracaso
estudiantil, esto puede ser progresivo aumento del denominado fracaso
universitario en sus distintas facetas y formas. Un problema que parece
agravarse sistemáticamente en los últimos años es el absentismo en los
exámenes. La verdad es que resulta difícil explicar de manera clara porque hay
tantos universitarios que no se presentan a sus exámenes. Las causas son, sin
duda, múltiples y variadas según los casos, pero parece obvio pensar que muchos
de estos estudiantes no se presentan a los exámenes por miedo al fracaso,
agarrados por la sensación psicológica de que el no tener nota es algo menos
negativo que el suspender y eso influye
el comportamiento de los
docentes cuando explican
las normas de una evaluación de
forma rigurosa, pero esa explicación debemos tomarlos desde dos
perspectivas una es que el docente raya la cancha
de la materia y la otra es que les
mete el miedo de desenvolverse
en el examen y evaluaciones
pueden tener su influencia negativa y, por lo tanto, deben ser revisadas de
manera sistemática.
Es por ello
que el artículo nos vamos a
centrar en los problemas relacionados con la evaluación de los estudiantes y en las estrategias de potencial
que se pueden introducir.
II.
DESARROLLO.
PERSPECTIVAS DE LA
EVALUACIÓN EN LA UNIVERSIDAD
En los últimos años han sido muchos los estudios
realizados en las universidades bolivianas, recogiendo opiniones de los estudiantes
sobre la docencia en general, sobre sus profesores y sobre la evaluación. La
importancia de realizar diagnósticos sobre la situación de los estudiantes,
previamente a la puesta en marcha del proceso de enseñanza-aprendizaje. Pues
bien, si tomamos la referencia de la visión de los estudiantes, este aspecto
nos resulta muy preocupante, porque son muy escasos los catedráticos universitarios
que, antes de poner en marcha sus enseñanzas, de manera sistemática averiguan
lo que saben los estudiantes y si tienen base suficiente o no. Sin embargo, se
habla mucho de los problemas de base y falta de preparación previa, pero no
parece que se hagan evaluaciones iniciales en regla.
Una segunda obligación del catedrático en materia de
evaluación es el control permanente del aprendizaje a lo largo de la
interacción didáctica. La práctica sistemática y organizativa de esta
evaluación es escasísima en nuestra universidad, sin embargo, sí que existen
hábitos didácticos que se acercan a ella, sobre todos si se lleva a cabo de
manera bien diseñada.
Sin duda, muchos catedráticos comentan a la clase los
resultados y las respuestas de los exámenes planteados y también son muchos los
que no lo hacen, sin embargo, son pocos los que lo hacen de manera individual
con cada estudiante, a veces porque es francamente difícil hacerlo, pero otras
aunque no lo sea tanto. Por lo general, los catedráticos universitarios damos
poca información a los estudiantes sobre sus rendimientos en los exámenes y
sobre sus problemas para superar los objetivos de aprendizajes previstos.
Sin embargo los catedráticos, en su mayoría, declaran
que a la hora de decidir los contenidos de los programas tienen en cuenta lo
que saben e ignoran los estudiantes. Sin embargo, los estudiantes nos habían
dicho que sus catedráticos no solían indagar sobre sus conocimientos antes de
ponerse a explicar algo. Aquí encontramos cierta contradicción entre ambos
colectivos o, al menos, una visión diferente de lo que significa tener en
cuenta lo que saben o ignoran los alumnos.
Tras los exámenes, casi la mitad de los catedráticos
declaran explicar, por su propia iniciativa, la nota a sus alumnos y son escasísimos
los que no lo hacen si se lo solicitan. Esta visión del problema es bastante
más positiva que la que ofrecen los estudiantes, sin embargo, sigue siendo muy
grave que más de uno de cuatro catedráticos declare que no explica las notas a
sus estudiantes, salvo que lo soliciten, y que casi otros tantos, lo hagan
solamente algunas veces.
Aunque las opiniones de los catedráticos, con
incoherencias incluidas, desdramaticen algo la opinión de los estudiantes,
parece obvio que la evaluación diagnóstica inicial y el feed back a nuestros estudiantes
a resultan de las evaluaciones son ámbitos donde se necesita una sustancial
mejora.
Los catedráticos confirman que las pruebas escritas
convencionales, sin materiales de apoyo, son la base de la evaluación de los estudiantes
universitarios. Ahora bien, sus opiniones son mucho más matizadas que las de
los estudiantes, indicando una utilización minoritaria, pero bastante
frecuente, de otros tipos de procedimientos como pruebas objetivas, sobre todo,
trabajos individuales, en grupo, etc. Quizás las discrepancias están en el peso
relativo que dentro del proceso evaluador tenga uno u otro procedimiento.
Sin embargo, la concordancia no sólo es mayor, sino
que en algunos casos puede resultar intercambiable, cuando se pregunta a estudiantes
y catedráticos por las cualidades de un buen profesor. Ambos colectivos
destacan sobre todo que explique con claridad, que entusiasme y motive y que
sepa mucho. También destacan, en orden decreciente, que sea objetivo
calificando en los exámenes, que averigüe el estado previo de los estudiantes,
que practique la evaluación continua y que se adapte al nivel de los estudiantes.
En
cuanto a las necesidades de perfeccionamiento del catedrático universitario más
prioritarias, éste destaca similares aspectos que los estudiantes como técnicas
de motivación, programación, metodología didáctica, pero en parecidos términos
también destaca otros aspectos como la evaluación de la propia enseñanza y
determinadas técnicas específicas. La formación en técnicas de evaluación
también se considera bastante necesaria.
QUÉ DEBEMOS MEJORAR
Desde un análisis personal y del dato que presentan varias
investigaciones llegamos al
convencimiento de que, cuando se habla de mejorar la evaluación de los studiantes
en la universidad, resulta crítico focalizar los problemas y dificultades
básicas. Parece claro que dentro de los problemas que tiene la enseñanza
universitaria en nuestro país, los de la evaluación son importantes, pero no
los más importantes. En los terrenos curricular y didáctico existen facetas con
problemas más graves. En todo caso, sí que resulta evidente que la mejora
sustancial de la enseñanza requiere la corrección conjunta de la evaluación,
del diseño curricular y de la interacción didáctica.
En segundo lugar, los problemas más importantes de la
evaluación universitaria tienen un origen más conceptual que técnico. Se
fundamentan más en las concepciones de los profesores que en sus conocimientos
y destrezas, e incluso, que en sus conductas concretas.
Muchos catedráticos universitarios parecen no entender
que la evaluación debe ser el instrumento básico de regulación del cumplimiento
de programas y de la interacción docente y un apoyo importante para su propia
crítica, y no sólo el mecanismo de certificación de puntos de llegada. La
evaluación está tremendamente infrautilizada en las aulas universitarias y
aporta muy pocos apoyos positivos para la mejora de la docencia y resolver los
graves problemas planteados en este sentido. Debemos convencernos de que la
mejor manera de conseguir el máximo nivel de aprendizaje en nuestros estudiantes
al final del proceso, supone tener en cuenta su punto de partida y comprobar de
manera continuada que los escolares del proceso se van superando adecuadamente.
Si no se superan, hay que sugerir al alumno que tiene que superar y cómo lo
puede intentar. Desentenderse en algunos casos o atender poco a este proceso
evaluador continuado es una opción didáctica ineficaz.
Definitivamente, debemos potenciar en nuestra universidad
las denominadas evaluaciones iniciales y estímulo, y la consiguiente
retroacción entre estudiantes y catedráticos. Éstos hablan poco entre ellos de
aspectos docentes, de los objetivos previstos al final del curso, de cómo se
pueden conseguir y evaluar mejor, de qué es lo mas importante, etc. Dejar
claras las reglas del juego es importante porque van a servir de pauta para
diseñar lo mejor posible la interacción didáctica y van a ayudar a unos y otros
a organizarse y a actuar de la manera más conveniente y eficaz. Todo esto es el
feed-back entre estudiantes y profesores. No es una interacción entre iguales,
pues cada uno debe actuar desde su posición y responsabilidad, pero sí es una
interacción que resulta necesaria.
ALGUNAS ESTRATEGIAS PARA MEJORAR
Entendemos como
estrategias como un conjunto de
procedimientos y técnicas de evaluación que es algo necesario para los
profesores universitarios, para poder diseñar sus propios esquemas de
evaluación en condiciones óptimas. Este conocimiento no es hoy en día
satisfactorio, pero ya son muchos los catedráticos universitarios con buena
preparación técnica en evaluación y con posibilidades de plantearse con éxito
mejoras sustanciales en este terreno.. Algunas de estas prácticas y estrategias
son las siguientes.
A. Ajustar los procedimientos de la evaluación a los objetivos y
destrezas que se quieren evaluar.
E. Reflexionar en profundidad sobre los resultados obtenidos en las
evaluaciones
III.
CONCLUSION
Para
concluir hemos analizado la
opinión de ambos personajes sobre los aspectos
o procesos, con los que unos y otros tienen una conexión de diferente sentido;
unos evalúan y otros son evaluados. Su perspectiva de análisis, por tanto, es
muy diferente.
Sin embargo, la concordancia no sólo es mayor, sino
que en algunos casos puede resultar intercambiable, cuando se pregunta a estudiantes
y catedráticos por las cualidades de un buen catedrático. Ambos colectivos
destacan sobre todo que explique con claridad, que entusiasme y motive y que
sepa mucho. También destacan, en orden decreciente, que sea objetivo
calificando en los exámenes, que averigüe el estado previo de los estudiantes,
que practique la evaluación continua y que se adapte al nivel de los estudiantes.
En
cuanto a las necesidades de perfeccionamiento del profesorado universitario más
prioritarias, éste destaca similares aspectos que los estudiantes como técnicas
de motivación, programación, metodología didáctica, pero en parecidos términos
también destaca otros aspectos como la evaluación de la propia enseñanza y
determinadas técnicas específicas. La formación en técnicas de evaluación
también se considera bastante necesaria. Debemos reflexionar críticamente sobre
las mismas, asumiendo que aunque otros puedan ser responsables de resultados
que no nos gustan, nosotros también tenemos nuestra parte de responsabilidad y,
en todo caso, nosotros siempre tenemos en la mano alguna posibilidad de mejorar.
Josep Alsina
Masmitjà. Departamento de Didáctica
de la Expresión Musical y Corporal. Facultad de
Formación del Profesorado (Universi-dad de Barcelona).
Ángeles
García Asensio.Departamento de Filología Hispánica. Fa-cultad de Formación del
Profesorado (Universidad
Latinoamericana)
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